Un señor está muriéndose de viejo en la cama. Ya agonizando llama a su hijo y, sacando un reloj de oro y brillantes de debajo de la almohada, le dice:
—Este reloj lo compró tu tatarabuelo. De él, pasó al bisabuelo. De él, al abuelo. De él, a mi padre y de mi padre a mí. ¿Te gusta el reloj?

—Bueno, papá. No es el momento, pero sí, está bonito.
—¡Te lo vendo! jajajaja